Durante un par de años alrededor del 2011, fui docente en la universidad de una materia llamada Evolución de los videojuegos. Verdaderamente fue uno de los trabajos más placenteros de mi vida. Una de las partes más interesantes era el trabajo práctico, que consistía en presentar un concepto de un videojuego actual tratando de utilizar las diferentes tecnologías disponibles. Algunos alumnos presentaban cosas tradicionales, pero otros mostraban ideas más alocadas y de vanguardia, y recuerdo que más de una vez presentaban diferentes conceptos de juegos en donde los jugadores utilizarían sus teléfonos celulares en la vida real y tendrían que atrapar criaturas tipo Pokemon, o luchar con otros jugadores en este mundo real/virtual utilizando tecnología de GPS y realidad aumentada.
Siempre destacaba las ideas originales que combinaban todo tipo de tecnologías y alentaba a mis alumnos a que se lancen a producir este tipo de proyectos locos. Pero mi escepticismo siempre me hacía descreer del éxito que pudieran tener este tipo de juegos. Y en este preciso momento, una tarde del mes de julio de 2016, Catalina y Madison acaban de salir a la calle con el perro a buscar Pokemones con Pokemon Go.
Es bueno que sigan ocurriendo cosas que lo sorprenden a uno, y por suerte hay gente en el mundo que no es tan escéptica como yo.
Escepticismo y realidad aumentada
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