Hace un tiempo vi este chiste y me pareció tan cruel como real:
El año pasado no se por que razón me encontré jugando Final Fantasy I en la PSP 3000 y el hecho de poder ver los pixeles en esa pantalla pequeña de 480×272 me llenó de felicidad.
El pixel art es eso. Es poder ver el pixel, poder disfrutarlo, es parte del arte. Lo que alguna vez fue una limitación técnica hoy determina una estética maravillosa. Seguirán saliendo juegos y medios cada vez más sofisticados, pero los que van quedando atrás no desaparecen, no se descartan, no mueren… generan una estética puntual.
Los fabricantes de teléfonos se esfuerzan para que no los veamos, los íconos de mi iPhone 6s tienen los bordes redondos, no se ve un solo píxel. Supongo que muchos estarán contentos. Yo mismo esperé a que el iPad tenga retina display para comprarlo… y cuando lo tuve no podía creer que tenía 2048×1536 píxeles en sólo 9.7 pulgadas… lo mismo con el iPod touch. Estaba contento, no se veían los pixeles. Pero no, es un error. No verlos puede resultar interesante, pero verlos puede llegar a ser más interesante aún.
El fin de semana pasado estuve en un museo de videojuegos, vi todas las computadoras que tuve en mi infancia y mi adolescencia, jugué con un Atari 2600, con una Commodore 64, jugué arcades como Asteroids y Space Invaders. Vi muchos pixeles, algunos escondidos detrás de viejos televisores de rayos, otros moldeando las tipografías de juegos como Zork o The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy, pixeles al fin.
Estoy contento, el pixel ya no se puede matar. El pixel se ve, y se va a seguir viendo.
Actualización (8.9.2017):
Apple anuncia que no se ven los píxeles… say no more.